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Cuando casi fue febrero de 2005

Otra vez las incontenibles ganas de llorar. Parece que los días domingos son los peores. Después de una tarde amena con los compañeros de miradas buenas, he decaído en ese infranqueable abismo, en esa herida de tiempo que soy yo misma.

Si he de ponerle un nombre a mi tristeza, entonces se llama ausencia. Deberé decir que por ausencia lloro, que por su extravío me entrego al papel que busca respuestas que no aturdan. Janis Joplin me canta y me llama little girl in blue, yo le guiño un ojo a Alejandra Pizarnik que me mira desde la pared cuando parte en un barco llevándosela.

Ausentarme también yo completamente no seria una salida honrosa como la que persigo para cura de este mal, este mal del alma, de la mente irremediable que busca incesante reposo. ¿En qué? En dos ojos heridos que desde una mesa me llaman y cuando acudo me rechazan. En unas manos que, despistadas, se acercan para retroceder envenenadas por un aire de destino apocalíptico en la soledad de la propia búsqueda.

Palabras dichas que han preferido borrarse me persiguen y me tientan a cuestionar acciones contradichas en un mar de conjeturas que me envuelven cada noche de vacío.

El mar lleva tu nombre.

Erika Almenara, 15.1.06 12:35

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