Tablillas de San Lázaro, mendicantes del deseo.
Cuando en la edad media, los leprosos deseaban hacer sentir su presencia, usaban las Tablillas de San Lázaro. Con un golpe en la mano, en el muslo o con el ruido producido por el choque entre las dos tablillas, estos mendicantes reafirmaban su existencia. Este ruido era una suerte de grito, casi un quejido, siempre un lamento “como un poema de amor no atendido”. Así lo expresa Rossella Di Paolo al hablar de sus “Tablillas de San Lázaro”, poemario que vio la luz en el año 2001.
El poemario está dividido en tres partes: la primera consta de ocho poemas, la segunda de un solo poema “El desierto de Orem” y finalmente, la tercera parte está compuesta por doce poemas.
He regresado a este poemario a propósito de un trabajo universitario. He recordado cuán bien maneja Di Paolo la palabra, cómo juega con el lenguaje, cómo lo viste, lo desviste, cómo lo pone de cabeza... y es que Rossella nos regala la oportunidad de reestructurar la realidad, los mortales, que tan solo podemos gozar de esta bendición que nos permite sobrellevar la realidad. Di Paolo vive en el lenguaje, se alimenta de él y lo alimenta también a él a través de esos honestos versos tan suyos en donde nos permite ampararnos desde “Prueba de galera”. Di Paolo se refugia en el lenguaje y nos permite refugiarnos en él.
Erika Almenara, 29.12.05 07:54
2 comentarios
- at 5:31 a. m. Pierre dijo...
no sabía qé eran las tabllillas de san lázaro, me parece un nombre preciso para un poemario ahora q lo explicas. yo leí ese poema "el desierto de orém" y me mató. debe´ria haber un cuento q se llame "queremos tanto a rosella"
- at 5:42 a. m. Erika Almenara dijo...
definitivamente mi Pierre... y es que Rossella es ciertamente, adorable!