Espero a la mitad del camino y no con la cabeza gacha, ya no tengo doce, tengo veinticinco.
Ahora soy una guerrera.
Guerrera cobarde que tiembla ante el encuentro.
Batalla.
Y así, siento los vientos mezclados con polvo susurrando bienvenidas a lo lejos.
El reencuentro.
Erika Almenara, 31.1.06 15:17