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De cuando Antonio intentó hacer el amor con Olympia

Mis dedos te han robado la suavidad que ayer me llevó al delirio. Si lamo sus puntas, te encuentro en cada una de ellas, acorralada frente al designio de tu carne en conjunción con la mía, de nuestros alientos haciendo respirar al mismo aire.

Y es que ya sólo puedo pensar en tu rostro tan bello, mirándome sorprendida. Tu esencia conquistándome y yo sin poder dejar de rendirme ante ti.

Tus labios abiertos susurrándome al oído que “no puedes” y a mí no me importa que puedas, me importa que sientas.

Por mis venas se agitan acordes de Jazz por esa única vez en que sentí tu lengua dentro de mi beso… Estoy hechizado, Olympia.

Erika Almenara, 22.1.06 12:06

2 comentarios

2 comentarios

at 2:51 p. m. Blogger ulises dijo...

¡Diablos¡ Estos versos están muy buenos. ¿De dónde los sacaste? (digo..¿de dónde te inspiraste?) me gustan mucho.
Me gusta que los temas sean los de siempre pero uses una perspectiva distinta para abordarlos.
Felicitaciones

 
at 6:38 a. m. Blogger Erika Almenara dijo...

Gracias por el comentario. La experiencia y la lectura siempre van de la mano.
saludos.

 

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