LGIB

Ah, si, quién fue Olympia

Fue esa magia la que una vez más nos atrapó a ella y a mí. A penas llegó, nos sentamos rodeadas de docenas de Pisco Sours a hablar y hablar y hablar, ella y yo poseíamos una comunicación privilegiada, era asombroso a los niveles de profundidad a los que podíamos llegar. Eso era algo que a Cassandra siempre le había molestado, no eran celos -como solía decirme con esos ojos de luna- era que, según ella, nosotros nunca habíamos logrado ese nivel de profundidad… Olympia tenía esa facilidad de dejarse llevar por las sendas del alma, me conocía tan bien, me comprendía siempre a la perfección, nunca estábamos en desacuerdo y puedo asegurar que alguna vez estuvimos enamorados, pero con un amor indescriptible ese que se encuentra justo detrás de la amistad, éramos más que amigos y menos que amantes, el mejor justo medio.

Erika Almenara, 15.1.06 16:17

1 comentarios

1 comentarios

at 7:32 a. m. Blogger El Doc dijo...

Me imagino que envidio un poco esa relación con Olympia. Ese justo medio es el que se quedó en el pasado, hace ya algún tiempo. Me pregunto si mi Cassandra y mi Olympia se podrán fusionar en una sola, que me esperará en algún punto de la ruta?

 

Publicar un comentario