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La falsa calma se detiene
miro el interior
ese horror,
el habitarme

Florece
la humanidad
que rechazo
y el miedo
de perder
se va borrando

La ausencia inevitable del mañana
no ha de tener cauces todavía,
contamos aún cuatro
y hay deseo de amar,
de abrazar lo divino

Las arenas
anuncian compañías gratas
y el siempre buen cariño de siempre
ese que borra la herida psíquica
que dejan los adioses inadecuados.

Erika Almenara, 14.3.07 11:40

1 comentarios

1 comentarios

at 10:18 p. m. Blogger Martín Palma Melena dijo...

«La falsa calma se detiene» cuando dejas de evadir aquellos fantasmas que habitan en tu interior y decides confrontarlos, y de allí que descubras «ese horror» que es «el habitarte».

A veces «florece la humanidad» de tal forma que te desborda o que te acorrala, pero aun así sientes necesitarla y depender de ella. Entonces la «rechazas» y «el miedo de esa perdida se va borrando». El rechazo bien puede ser una manera de protegerte del dolor y del miedo que puede causar una ruptura, y más cuando ésta es con la humanidad.

La «ausencia del mañana no ha de tener cauces todavía», porque el mañana puede anhelarse pero no hay forma de concretarlo en un presente, entonces sólo queda algunos recursos que nos consuelan y que suplen tal carencia, como el «deseo de amar», que es una forma de «abrazar lo divino».

«Las arenas» son tan áridas como la soledad pero tan cálidas como aquella esperanza de encontrar «compañías gratas» y «el siempre buen cariño de siempre» que borra heridas pasadas como «los adioses inadecuados».

 

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