LGIB

Tu nombre, todos los días

El eco de aquel potencial beso
ese que no llegó
el que contenemos en los autos
al que renunciaste en un balcón,
ese que dió origen al no-reino

y las palabras
que se pierden entre horas y horas inútiles
donde
ya no es posible rescatar
la mano en la nuca, el contacto de mi pelo y tu mano,
la palabra al oído

esta contingencia absurda
que reclama lo siempre incierto
lo nunca emulado
un vino sin efecto.

Erika Almenara, 24.1.07 08:31

2 comentarios

2 comentarios

at 2:18 p. m. Blogger Oscar Pita Grandi dijo...

Cuando leo "no-reino" me sabe a un lugar (en la Tierra o en la memoria o el corazón de alguien) en que por más que me sienta cálido, al final o un poco antes, sabré que nunca fue del todo mío; o si no, que todo lo que de ahí cogí fue imaginario, por no decir falso, o falseado, y entonces, la misera verdad de saberse burlado, cuando no engañado por uno mismo, o por otro que penso que podía acogernos.

 
at 7:45 p. m. Blogger Martín Palma Melena dijo...

Pero ese «No Reino» que destaca Óscar siempre deja rastros como «la mano en la nuca», «el contacto de tu pelo y su mano»; rastros que son como estelas de un perfume de alguien que ya pasó, que ya no está, pero que persiste en los sentidos y en la memoria… Y entonces sólo queda nuestra naturaleza «contingente» (imprevisible) que «absurdamente» siempre reclama una felicidad «incierta», que nunca puede ser «emulada», porque sólo es como «un vino sin afecto», que sólo nos deja sus resabios en el paladar pero sin jamás poderlo degustar a plenitud… Interesante poesía, estimada Érika…

Saludos cordiales

 

Publicar un comentario