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El puente hacia la desnudez brillante

Hoy, que ya todo está en calma, que todo está definido, miro a mi alrededor y caigo en cuenta de la aguda desnudez en la que me he lanzado a vivir en Lima. En un año las cosas se modifican de forma definitiva aunque se regresen a estilos de vida antiguos. Una sola pregunta en una bulliciosa playa del sur me ha detenido en esta vehemencia tan típica en mí para re-plantearme (una vez más) la vida.

En menos de dos semanas he conocido gente nueva, maravillosa a la que he admirado siempre. Entiedo lo que es esa verdadera sabiduría de la que alguna noche hablamos un ex amante y yo: no se trata de ser brillante y destacado en un solo lado de la vida, se trata de actuar con inteligencia, sencillez y honestidad en cada uno de ellos.


La elocuencia ha girado. ¿Y si me atrevo a decir que las cosas por fin están en su lugar y que la dirección es la correcta esta vez? ¿Que el peso de mi cuerpo halló el espacio adecuado donde derramar sus ideas más brillantes? Poseo una suerte que me sostiene en esta nueva y quizá permanente etapa de mi vida. Me pierdo en letras que descubro con asombro y admiración. Planteo y confirmo hipótesis que me hacen querer ser mejor y los dardos dañinos se pierden por los aires antes de alcanzarme.

Pienso en los Impresionistas y guardo silencio esperando al futuro.
Claude Monet, The Japanese Footbridge, 1899.

Erika Almenara, 21.1.07 14:25

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