LGIB

Altamar




Sobre este mar tormentoso por el que navego llena de sombras, descubro que en la barca no sólo soy piedra. Existe esta ancla pequeñita que me invita a recorrer tierra firme. Ahí regreso desde que me fui.

El ancla y sus brazos me libran de batallas engañosas, me protegen de todo el viento que está por venir, me ata a mi propia naturaleza, la que tantas veces trato de abandonar. Amansa las aguas.

No hay urgencias de ningún tipo, en silencio es fiel compañía que nunca cesa, me siembra una curiosidad traviesa que me lleva a los bordes de la complicidad.

El ancla es verde en mi charquito.

Erika Almenara, 21.7.07 19:33

0 comentarios

0 comentarios

Publicar un comentario