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Casa deshabitada

Mi cuerpo es ahora un espacio vacío por el que merodea cierta risa antigua y olvidada. Me diste el privilegio más alto y digno por el que un ser humano decide respirar, tan pronto y tan agreste lo arrancaste todo. Acabaste conmigo y yo he acabado con todo aquello que merezca llamarse amor alrededor mío.

Soy una suerte de sombra, de alma, todos los días en pena que ingiere paliativo tras paliativo para no enfrentar la realidad. Este cielo panza de burro no ayuda, no ayudan las mentiras, el ruido, la carne fácil. La pulsión de muerte, la acostumbrada autodestrucción.


Pero me he mirado y en el espejo existe solo un dedo que señala la yaga, los demás han terminado de irse, me queda sólo esta, tu insignia que he de arrancar pronto.

Erika Almenara, 28.5.07 09:26

2 comentarios

2 comentarios

at 3:13 p. m. Blogger juan carrillo dijo...

"quién puede aclarar lo obscuro, cuando lentamente deviene en luz? quién puede aquietar lo turbio cuando solo se purifica con calma?" lao tse

 
at 8:32 a. m. Blogger Basquiat dijo...

se puede palpar el dolor y la decepciòn claramente.

 

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