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Desencuentros II

Han pasado cinco días desde que X e Y se vieron. Cuando X despertó aún en casa de Y, llamó a un viejo amigo y le dijo: amigo, sácame de aquí. En realidad, aquel no era un simple conocido, aquel era uno de esos revolcones de fin de año prolongado. X le tiene cariño pero sobre todo lo necesita para que le recuerde el tipo de amor que en realidad persigue.

X y el amigo salvador almuerzan juntos, pasan la tarde repasando fotos, durmiendo abrazados y, por la noche, asisten a una sesión de masajes en pareja. X se relaja para volverse a estresar. Piensa en Y. Llama y sugiere un almuerzo el día siguiente pero Y no puede, ha quedado con un amigo aunque promete confirmar.

Y no llama. X se siente triste, escribe. No hace poesía porque con Y la poesía no funciona. Requiere de otras formas. X tiene miedo pero ¿de qué? ¿De renunciar a la curación, de arrancarse la costra y volver a sangrar? X cree que si regresa a aquellos amores, volverá a ser frágil: escribiré mala literatura, dice.

X repasa el pasado y sólo encuentra oscuridad, a la que por supuesto, no pretende volver. Sin embargo, dentro suyo habita una ansiedad que le dice "prueba, prueba a ver cómo sientes ahora". X hace a un lado la voz traviesa, piensa en otras cosas, juega a distraerse. Pero durante las tardes, después del café, X se cuestiona: ¿porqué un punto tiene que convertirse en una sucesión de ellos, por qué un beso no puede ser solo un beso, por qué una caricia tiene que ser todas? Piensa que el escritor tiene razón,X conflictúa la relación.

Erika Almenara, 28.3.07 11:52

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