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Simple silencio

Me gustaba mirar tu nombre, llenando pequeños espacios de la hoja en blanco. Siete letras que deshojar como se hace con una flor, amarilla. Ese era tu color. Recorría las calles de San Isidro, de Miraflores, de cualquier parte como buscando tu rostro en las avenidas y de vez en cuando, escuchaba a algún cobrador vociferar tu nombre, llamándote Santa.

Han golpeado vientos nuevos y antiguos. Uno tras otro los fui descartando pero el tuyo siempre regresa. Eres como una delicada línea desde donde me paro a mirar la vida: la de antes y la de ahora, la derecha y la izquierda, la correcta y la incorrecta.

Punto intermedio, entre el más y el menos donde todo ha sido aquel silencio simple en el que solo tus ojos de un verde pálido inquietante, brillantes como afiebrados, han sido ruido. Ahí donde puedo, en cualquier momento, una de estas noches, volverme a inflamar con el mismo ardor y las mismas frases delirantes.

Erika Almenara, 3.4.07 15:00

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